
Mirar el cielo y sonreír, respirar y disfrutar, escuchar y sentir. Pararnos a analizar lo que somos, lo que tenemos, lo que alguna vez tuvimos. Lo que nos hace felices y lo que no tanto. Cambiar, mejorar, apreciar, disfrutar. Sobre todo disfrutar. Centrarnos en nuestros puntos de apoyo y no soltarlos jamás; y en caso de que eso ocurra, no desvanecer al caer, simplemente descubrir y darnos cuenta de que siempre hay métodos para ponerse de nuevo en pie y seguir caminando.