
Hoy puedo entender que las cosas no terminan, solo cambian de forma con el tiempo. Que lo más importante que tenemos suele ser aquello que no podemos ver a simple vista, eso que no podemos tocar, solo sentir; el alma y la memoria. Es ahí donde almacenamos todos los recuerdos que vamos recogiendo a lo largo de nuestra vida. Somos dueños de todos esos recuerdos, y con nuestro poder de imaginar, jugamos a que todavía somos eso que queremos ser, y estamos como queremos estar. También pude entender que cuando se es lastimado, las heridas tardan mucho en sanar, y que necesitamos tiempo, es necesario que nos den tiempo. Que confiar no es algo fácil, que todos tenemos miedo de confiar, que cuando confío soy vulnerable. Que da miedo sentirse vulnerable. Vamos caminando con una mochila llenas de miedos, construyendo muros para no ser lastimados, y en constante estado de alerta. A veces nos olvidamos de disfrutar, de perdonar, de reír, de llorar. Equivocarse es fácil, perdonar es tan difícil. Asumir errores y aprender de ellos, es lo más sano que podemos hacer, y eso nos acerca. Por más lejos que estemos.